domingo, 10 de agosto de 2014

De guardiancillos magnánimos y príncipes enanos

Siempre me llamó la atención la dedicatoria de José Martí a su hijo en el prólogo del Ismaelillo, el libro de poemas que le hizo especialmente a él. Por lo que leí y recuerdo (que es tantísimo menos) no tuvieron una relación muy duradera: el poeta murió demasiado pronto y la madre de su hijo lo alejó llevándoselo a otro país, creo.
No sé si los poemas del libro me parecen todos particularmente geniales pero lo que sí rescato es el espíritu que los habita, el lenguaje juguetón y ese protagonismo del hijo (como rey, como príncipe, como musa) y la confianza en la niñez, y su celebración.
Por otro lado, es también Martí quien lleva adelante La Edad de Oro, una revista increíble pensada para los niñis, con mucha información relevante, historias, atiborradas de ilustraciones muy lindas, aunque de corta duración.



Aquí la dedicatoria y el primer poema del libro:

Hijo:

Espantado de todo me refugio en tí.
Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en tí.
Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.
¡Lleguen al tuyo!

Príncipe enano


Para un príncipe enano
Se hace esta fiesta.
Tiene guedejas rubias,
Blancas guedejas;
Por sobre el hombro blanco
Luengas le cuelgan.
Sus dos ojos parecen
Estrellas negras:
Vuelan, brillan, palpitan,
Relampaguean!
Él para mí es corona,
Almohada, espuela.
Mi mano, que así embrida
Potros y hienas,
Va, mansa y obediente,
Donde él la lleva.
Si el ceño frunce, temo;
Si se me queja,
Cual de mujer, mi rostro
Nieve se trueca;
Su sangre, pues, anima
Mis flacas venas:
¡Con su gozo mi sangre
Se hincha, o se seca!
Para un príncipe enano
Se hace esta fiesta.

¡Venga mi caballero
Por esta senda!
¡Éntrese mi tirano
Por esta cueva!
Tal es, cuando a mis ojos
Su imagen llega,
Cual si en lóbrego antro
Pálida estrella,
Con fulgores de ópalo,
Todo vistiera.
A su paso la sombra
Matices muestra,
Como al sol que las hiere
Las nubes negras.
¡Heme ya, puesto en armas,
En la pelea!
Quiere el príncipe enano
Que a luchar vuelva:
¡Él para mí es corona
Almohada, espuela!
Y como el sol, quebrando
Las nubes negras,
En banda de colores
La sombra trueca,
Ël, al tocarla, borda
En la onda espesa
Mi banda de batalla
Roja y violeta.
¿Conque mi dueño quiere
Que a vivir vuelva?
¡Venga mi caballero
Por esta senda!
¡Éntrese mi tirano
Por esta cueva!
¡Déjenme que la vida
A él, a él ofrezca!
Para un príncipe enano
Se hace esta fiesta.



Cuando todo se nubla y la vida es un desastre al derecho y al revés es la recuperación de nuestros yoes-niños (los guardiancillos magnánimos) y los niños y niñas verdaderos que nos rodean, con mayor frecuencia, los que nos devuelven la confianza en mañana, la posibilidad de.