miércoles, 17 de diciembre de 2014

día de mirar hacia atrás

(con el tremendo riesgo de convertirme en estatua de sal en ese gesto)



todo está desordenado
y entre octubre y hoy:



por más empeño que pongamos
en desmalezar el corazón

las plantas encuentran
otras nuevas raíces
crecen de nuevo
con fuerza poderosa

se arraigan más a la tierra
roja y húmeda
que no para de latir sismos

domingo, 10 de agosto de 2014

De guardiancillos magnánimos y príncipes enanos

Siempre me llamó la atención la dedicatoria de José Martí a su hijo en el prólogo del Ismaelillo, el libro de poemas que le hizo especialmente a él. Por lo que leí y recuerdo (que es tantísimo menos) no tuvieron una relación muy duradera: el poeta murió demasiado pronto y la madre de su hijo lo alejó llevándoselo a otro país, creo.
No sé si los poemas del libro me parecen todos particularmente geniales pero lo que sí rescato es el espíritu que los habita, el lenguaje juguetón y ese protagonismo del hijo (como rey, como príncipe, como musa) y la confianza en la niñez, y su celebración.
Por otro lado, es también Martí quien lleva adelante La Edad de Oro, una revista increíble pensada para los niñis, con mucha información relevante, historias, atiborradas de ilustraciones muy lindas, aunque de corta duración.



Aquí la dedicatoria y el primer poema del libro:

Hijo:

Espantado de todo me refugio en tí.
Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en tí.
Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.
¡Lleguen al tuyo!

Príncipe enano


Para un príncipe enano
Se hace esta fiesta.
Tiene guedejas rubias,
Blancas guedejas;
Por sobre el hombro blanco
Luengas le cuelgan.
Sus dos ojos parecen
Estrellas negras:
Vuelan, brillan, palpitan,
Relampaguean!
Él para mí es corona,
Almohada, espuela.
Mi mano, que así embrida
Potros y hienas,
Va, mansa y obediente,
Donde él la lleva.
Si el ceño frunce, temo;
Si se me queja,
Cual de mujer, mi rostro
Nieve se trueca;
Su sangre, pues, anima
Mis flacas venas:
¡Con su gozo mi sangre
Se hincha, o se seca!
Para un príncipe enano
Se hace esta fiesta.

¡Venga mi caballero
Por esta senda!
¡Éntrese mi tirano
Por esta cueva!
Tal es, cuando a mis ojos
Su imagen llega,
Cual si en lóbrego antro
Pálida estrella,
Con fulgores de ópalo,
Todo vistiera.
A su paso la sombra
Matices muestra,
Como al sol que las hiere
Las nubes negras.
¡Heme ya, puesto en armas,
En la pelea!
Quiere el príncipe enano
Que a luchar vuelva:
¡Él para mí es corona
Almohada, espuela!
Y como el sol, quebrando
Las nubes negras,
En banda de colores
La sombra trueca,
Ël, al tocarla, borda
En la onda espesa
Mi banda de batalla
Roja y violeta.
¿Conque mi dueño quiere
Que a vivir vuelva?
¡Venga mi caballero
Por esta senda!
¡Éntrese mi tirano
Por esta cueva!
¡Déjenme que la vida
A él, a él ofrezca!
Para un príncipe enano
Se hace esta fiesta.



Cuando todo se nubla y la vida es un desastre al derecho y al revés es la recuperación de nuestros yoes-niños (los guardiancillos magnánimos) y los niños y niñas verdaderos que nos rodean, con mayor frecuencia, los que nos devuelven la confianza en mañana, la posibilidad de.


jueves, 12 de junio de 2014

Cosas tontas como poner tu foto en la pared.

¿Dónde están los lazos que nos unen? ¿Son invisibles? ¿A qué o a quiénes estoy ligada? ¿Cómo son esos lazos? ¿Como hilos a punto de quebrarse de tanto tironeo, como sogas de ahorcados, como la trenza resistente de una princesa?
Dónde están nuestras raíces nuestro fin nuestro origen
Quiero ser receptiva, como un transmisor de radio. Captar las ondas de los lugares más insólitos. Ser casa de lo incorpóreo.

Y  perceptiva. Si pudiera ser un sentido quisiera ser el tacto. Escudriñar con la piel las cosas, y tener los ojos cerrados.
¿Por qué preguntar?

Este poema viene bien para un día en que va a dejar de llover. Y para recordar la poesía de Machado, y la de Carver, y los lazos que nos unen a ciertas cosas que ni siquiera nos damos cuenta, pero no por eso existen menos. ¿Se puede existir en grados?
Para escuchar mientras tanto.



Radio Waves

for Antonio Machado

by Raymond Carver


This rain has stopped, and the moon has come out.
I don't understand the first thing about radio
waves. But I think they travel better just after
a rain, when the air is damp. Anyway, I can reach out
now and pick up Ottawa, if I want to, or Toronto.
Lately, at night, I've found myself
becoming slightly interested in Canadian politics
and domestic affairs. It's true. But mostly it was their
music stations I was after. I could sit here in the chair
and listen, without having to do anything, or think.
I don't have a TV, and I'd quit reading
the papers. At night I turned on the radio.

When I came out here I was trying to get away
from everything. Especially literature.
What that entails, and what comes after.
There is in the soul a desire for not thinking.
For being still. Coupled with this
a desire to be strict, yes, and rigorous.
But the soul is also a smooth son of a bitch,
not always trustworthy. And I forgot that.
I listened when it said, Better to sing that which is gone
and will not return than that which is still
with us and will be with us tomorrow. Or not.
And if not, that's all right too.
It didn't much matter, it said, if a man sang at all.
That's the voice I listened to.
Can you imagine somebody thinking like this?
That it's really all one and the same?
What nonsense!
But I'd think these stupid thoughts at night
as I sat in the chair and listened to my radio.

Then, Machado, your poetry!
It was a little like a middle-aged man falling
in love again. A remarkable thing to witness,
and embarrassing, too.
Silly things like putting your picture up.
And I took your book to bed with me
and slept with it near at hand. A train went by
in my dreams one night and woke me up.
And the first thing I thought, heart racing
there in the dark bedroom, was this -
It's all right, Machado is here.
Then I could fall back to sleep again.

Today I took your book with me when I went
for my walk. "Pay attention!" you said,
when anyone asked what to do with their lives.
So I looked around and made note of everything.
Then sat down with it in the sun, in my place
beside the river where I could see the mountains.
And I closed my eyes and listened to the sound
of the water. Then I opened them and began to read
"Abel Martin's Last Lamentations."
This morning I thought about you hard, Machado.
And I hope, even in the face of what I know about death,
that you got the message I intended.
But it's okay even if you didn't. Sleep well. Rest.
Sooner or later I hope we'll meet.
And then I can tell you these things myself.


Ondas de radio


La lluvia se detuvo, y la luna salió.
No entiendo nada de las ondas
de radio. Pero pienso que viajan mejor justo después
de una lluvia, cuando el aire está húmedo. De todos modos modos, ahora puedo
alcanzar radios de Ottawa, si quiero, o Toronto.
Últimamente, en la noche, me encontré
convirtiéndome lentamente un interesado en políticos
canadienses y su política interna. Es verdad. Pero fueron más que nada sus
emisoras de música lo que buscaba. Podía sentarme acá en la silla
y escuchar, sin hacer nada, sin pensar nada.
No tengo TV, y he dejado de leer
los diarios. A la noche, prendía la radio.

Cuando llegué acá estaba tratando de alejarme
de todo. Especialmente de la literatura.
Lo que implica y lo que viene después.
Tenía en el alma un deseo de no pensar.
De mantenerme detenido. Y acoplado a éste
el deseo de ser estricto, sí, y riguroso.
Pero el alma es también una perfecta hija de puta,
no siempre confiable. Había olvidado eso.
La escuché cuando dijo, mejor cantarle a esa que se fue
y no va a regresar que a esa que se queda
con nosotros y seguirá con nosotros mañana. O no.
Y si no, está bien también.
No hace la diferencia, decía, si un hombre no canta en absoluto.
Esa es la voz que oí.
¿Se pueden imaginar a alguien pensando así?
¿Es que realmente es todo lo mismo?
¡Qué sin sentido!
Pero pensaba esas ideas estúpidas de la noche
sentado en la silla escuchando mi radio.

Entonces, Machado, ¡tu poesía!
Es un poco como un hombre de mediana edad
enamorándose de nuevo. Una cosa admirable de ver
y vergonzosa también.
Cosas tontas como poner tu foto en la pared.
Llevé tu libro a la cama conmigo
y dormí con él a mano. Un tren irrumpió
en mis sueños una noche y me despertó.
Y la primera cosa que pensé, con el corazón palpitando
allí en la habitación oscura, fue esto-
Está bien, Machado está aquí.
Entonces pude volver a dormirme otra vez.

Hoy me llevé tu libro conmigo cuando salí
a caminar. “¡Prestá atención!” decías,
cuando cualquiera preguntaba qué hacer con su vida.
Entonces miré alrededor y tomé notas de todo.
Me senté con ellas en el sol, en mi lugar
al lado del río donde pudiera ver las montañas.
Y cerré mis ojos escuchando el sonido
del agua. Luego los abrí y comencé a leer
“Las últimas lamentaciones de Abel Martín”
Esta mañana pensé mucho en vos, Machado.
Y tengo la esperanza, incluso sabiendo lo que sé acerca de la muerte,
de que hayas recibido el mensaje que intenté enviarte.
Pero si no lo hiciste está bien igual. Dormí bien. Descansá.
Tarde o temprano, espero, nos encontraremos.
Entonces podré decirte estas cosas en persona.

martes, 20 de mayo de 2014

Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe

"El cántaro roto" (de Octavio Paz, en La estación violenta de 1958)


Este poema es mágico, y lo conocí hace muy poco. Estuve privada de su magia todo este tiempo, pero al fin llegamos a lo que hay que llegar y los frutos maduran cuando tienen que hacerlo.
Pienso en el barro grande, una pared que se alza sobre lo que parecía nuestro más ferviente deseo y urgencia.
O el barro chiquito, apenas un pedazo tan insignificante en apariencia para nuestros ojos limitados que no pueden ir más atrás, que lo único que pueden hacer es preguntarse por el origen. Una piedrita que fue sostén de algo destruido, de algo con forma y utilidad que pudo haber sido o no un cántaro.
Cuando me abandono a lo que se me ofrece, que no es lo que había pensado, y a pesar de que se vaya haciendo oscuro cada día más temprano, para cuando la noche llega, encuentro un lugar donde acostarme. Hoy me acuesto en estos versos y veo pasar con indiferencia la inminencia de la lluvia pronosticada para tres días seguidos. No puede tocarme, mi corazón está a salvo por hoy.

En la fuente pródiga, en la fuente seca, en el cántaro roto, en el cántaro reconstruido, en la distancia que une, en la cercanía que separa, en el sueño soñado cuando otro se despierta, canto que nace y crece como una planta rebelándose contra el medio hostil que no deja de engendrarla. 


Acá se puede escuchar el poema leído por el mismísimo Octavio Paz. Lo transcribo abajo quien también quiera leerlo. Perdón por ponerlo en letra casi microscópica (se puede agrandar con su explorador preferido sin problemas) pero quería mantener el largo increíble de los versos.


EL CANTARO ROTO

La mirada interior se despliega y un mundo de vértigo y llama nace bajo la frente del que sueña: 
soles azules, verdes remolinos, picos de luz que abren astros como granadas, 
tornasol solitario, ojo de oro girando en el centro de una explanada calcinada, 
bosques de cristal de sonido, bosques de ecos y respuestas y ondas, diálogo de transparencias, 
¡viento, galope de agua entre los muros interminables de una garganta de azabache, 
caballo, cometa, cohete que se clava justo en el corazón de la noche, plumas, surtidores, 
plumas, súbito florecer de las antorchas, velas, alas, invasión de lo blanco, 
pájaros de las islas cantando bajo la frente del que sueña! 
Abrí los ojos, los alcé hasta el cielo y vi cómo la noche se cubría de estrellas. 
¡Islas vivas, brazaletes de islas llameantes, piedras ardiendo, respirando, racimos de piedras vivas, 
cuánta fuente, qué claridades, qué cabelleras sobre una espalda obscura, 
cuánto río allá arriba, y ese sonar remoto de agua junto al fuego, de luz contra la sombra! 
Harpas, jardines de harpas.

Pero a mi lado no había nadie. 
Sólo el llano: cactus, huizaches, piedras enormes que estallan bajo el sol. 
No cantaba el grillo, 
había un vago olor a cal y semillas quemadas, 
las calles del poblado eran arroyos secos 
y el aire se habría roto en mil pedazos si alguien hubiese gritado: ¿quién vive? 
Cerros pelados, volcán frío, piedra y jadeo bajo tanto esplendor, sequía, sabor de polvo, 
rumor de pies descalzos sobre el polvo, ¡y el pirú en medio del llano como un surtidor petrificado!

Dime, sequía, dime, tierra quemada, tierra de huesos remolidos, dime, luna agónica, 
¿no hay agua, 
hay sólo sangre, sólo hay polvo, sólo pisadas de pies desnudos sobre la espina, 
sólo andrajos y comida de insectos y sopor bajo el mediodía impío como un cacique de oro? 
¿No hay relinchos de caballos a la orilla del río, entre las grandes piedras redondas y relucientes, 
en el remanso, bajo la luz verde de las hojas y los gritos de los hombres y las mujeres bañándose al alba? 
El dios-maíz, el dios-flor, el dios-agua, el dios-sangre, la Virgen, 
¿todos se han muerto, se han ido, cántaros rotos al borde de la fuente cegada? 
¿Sólo está vivo el sapo, 
sólo reluce y brilla en la noche de México el sapo verduzco, 
sólo el cacique gordo de Cempoala es inmortal?

Tendido al pie del divino árbol de jade regado con sangre, mientras dos esclavos jóvenes lo abanican, 
en los días de las grandes procesiones al frente del pueblo, apoyado en la cruz: arma y bastón, 
en traje de batalla, el esculpido rostro de sílex aspirando como un incienso precioso el humo de los fusilamientos, 
los fines de semana en su casa blindada junto al mar, al lado 
de su querida cubierta de joyas de gas neón, 
¿sólo el sapo es inmortal?

He aquí a la rabia verde y fría y a su cola de navajas y vidrio cortado, 
he aquí al perro y a su aullido sarnoso, 
al maguey taciturno, al nopal y al candelabro erizados, he aquí a la flor que sangra y hace sangrar, 
la flor inexorable y tajante geometría como un delicado instrumento de tortura, 
he aquí a la noche de dientes largos y mirada filosa, la noche que desuella con un pedernal invisible, 
oye a los dientes chocar uno contra otro, 
oye a los huesos machacando a los huesos, 
al tambor de piel humana golpeando por el fémur, 
al tambor del pecho golpeando por el talón rabioso, 
al tam-tam de los tímpanos golpeados por el sol delirante, 
he aquí al polvo que se levanta como un rey amarillo y todo lo descuaja y danza solitario y se derrumba 
como un árbol al que de pronto se le han secado las raíces, como una torre que cae de un solo tajo, 
he aquí al hombre que cae y se levanta y come polvo y se arrastra, 
al insecto humano que perfora la piedra y perfora los siglos y carcome la luz, 
he aquí a la piedra rota, al hombre roto, a la luz rota.

¿Abrir los ojos o cerrarlos, todo es igual? 
Castillos interiores que incendia el pensamiento porque otro más puro se levante, sólo fulgor y llama, 
semilla de la imagen que crece hasta ser árbol y hace estallar el cráneo, 
palabra que busca unos labios que la digan, 
sobre la antigua fuente humana cayeron grandes piedras, 
hay siglos de piedras, años de losas, minutos espesores sobre la fuente humana.

Dime, sequía, piedra pulida por el tiempo sin dientes, por el hambre sin dientes, 
polvo molido por dientes que son siglos, por siglos que son hambres, 
dime, cántaro roto caído en el polvo, dime, 
¿la luz nace frotando hueso contra hueso, hombre contra hombre, hambre contra hambre, 
hasta que surja al fin la chispa, el grito, la palabra, 
hasta que brote al fin el agua y crezca el árbol de anchas hojas de turquesa?

Hay que dormir con los ojos abiertos, hay que soñar con las manos, 
soñemos sueños activos de río buscando su cauce, sueños de sol soñando sus mundos, 
hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros, 
cantar hasta que el sueño engendre y brote del costado del dormido la espiga roja de la resurrección, 
el agua de la mujer, el manantial para beber y mirarse y reconocerse y recobrarse, 
el manantial para saberse hombre, el agua que habla a solas en la noche y nos llama con nuestro nombre, 
el manantial de las palabras para decir yo, tú, él, nosotros, bajo el gran árbol viviente estatua de la lluvia, 
para decir los pronombres hermosos y reconocernos y ser fieles a nuestros nombres 
hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba, 
más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las aguas del bautismo, 
echar abajo las paredes entre el hombre y el hombre, juntar de nuevo lo que fue separado, 
vida y muerte no son mundos contrarios, somos un solo tallo con dos flores gemelas, 
hay que desenterrar la palabra perdida, soñar hacia dentro y también hacia fuera, 
descifrar el tatuaje de la noche y mirar cara a cara al mediodía y arrancarle su máscara, 
bañarse en luz solar y comer los frutos nocturnos, deletrear la escritura del astro y la del río, 
recordar lo que dicen la sangre y la marea, la tierra y el cuerpo, volver al punto de partida, 
ni adentro ni afuera, ni arriba ni abajo, al cruce de caminos, adonde empiezan los caminos, 
porque la luz canta con un rumor de agua, con un rumor de follaje canta el agua 
y el alba está cargada de frutos, el día y la noche reconciliados fluyen como un río manso, 
el día y la noche se acarician largamente como un hombre y una mujer enamorados, 
como un solo río interminable bajo arcos de siglos fluyen las estaciones y los hombres, 
hacia allá, al centro vivo del origen, más allá de fin y comienzo.


domingo, 11 de mayo de 2014

il momento di cantare

"Io sono certa che nulla più soffocherà la mia rima,
il silenzio l'ho tenuto chiuso per anni nella gola
    come una trappola da sacrificio,
       è quindi venuto il momento di cantare
 una esequie al passato"

de: La terra santa (Alda Merini)


No estaría todavía en condiciones de hacer una traducción del poema, y lo lindo de empezar a estudiar una lengua por primera vez es ese extravío dulcísimo en el mar de los significantes, y en todo aquello que los sonidos evocan a oídos novatos; algunas olas rompen, y otras olas se desarman antes de llegar a la orilla.
¿Habré captado la idea general? ¿O habré puesto en el poema la idea general que yo quería entender?
Podría pedir que me lo tradujeran voces expertas en la lengua, pero prefiero quedarme con mi versión de principiante, prefiero empezar a cantar y dejar morir todo lo que tenga que morir.



domingo, 13 de abril de 2014

lunes, 7 de abril de 2014

madrugada de tormenta

Lo que sigue son notas sueltas de un diario que no deja se multiplicarse. Son notas que esperan que las convierta en otra cosa, aunque acá no sepamos muy bien en qué.
La imagen es porque quisiera decir algo de ella, pero no lo escribí aún. Pertenece a una película que vi hace poco, y creo que tiene relación con el texto. "A taste of honey" es del año 1961, y su director es Tony Richardson.




No se aguanta acá.
Lleno hojas y hojas y cuando parece que todo va a terminar, vuelve a empezar. Play it again.

¿cuánto vive una flor?
¿cuánto tiempo aparenta no estar muerta una flor
cuando está en el florero?

En el principio: hola, acá no se puede dormir. No hay más que pesadillas.

"Aquí y allá, en los árboles, todavía hay hojas. Y quedo a menudo pensativo ante ellas. Contemplo una hoja y pongo en ella mi esperanza. Cuando el viento juega con ella, tiemblo con todo mi ser. Y si cae, ¡ay!, mi esperanza cae con ella." Schubert, "Letze Hoffnung", Winterreise

Escrito hace una eternidad, que es lo mismo que decir ahora: ayer.
Hacer una tela y bordarla de lágrimas. Brillante, rebosante de lágrimas nacaradas.
Después cubrirse el cuerpo con esa tela.
Llevarla a todos lados: ser invisible debajo de ella.

Hacer nudos. Hacer el gesto de hacer nudos. Destruir la continuidad de la noche o del día con el llanto.
Decir: es esto. Y cortar por un lado lo decible, lo audible, y por el otro dejar el silencio.
Acunar el silencio, amamantarlo, verlo crecer y expandirse, ocultando todo. Ver cómo adquiere su fuerza de silencio que destruye.
Después mirarse otra vez y no ser ya capaces de decirse nada, haber caído bajo el dominio del silencio y ser su esclava. Trabajar para él, hacerlo fuerte y ser débil en su presencia.
Estar rodeado de silencio.
Callar para no condenar, pero condenarse en silencio a una vida muda.
Condenarse al secreto. Condenarse a vivir en la parte oscura del mundo, condenar al corazón a la humedad y al musgo.
Condenar a la vida a repetirse en las palabras.
Los gestos: encontrar un cuerpo en otro cuerpo.
Llorar hasta vaciar el cuerpo del cuerpo del otro.
Expulsar en cada lágrima los cuchillos, las tijeras, expulsar la muerte de las manos.
Cortar el destino por el medio. Morirse. Morirse de miedo, de hambre, de tristeza.
Temblar a pesar de la firmeza del dolor.

Temblar a pesar de.


domingo, 30 de marzo de 2014

domingo tropical








Hace una hora que me lluevo a brevísimos intervalos, casi sin descanso.
El agua que me escurro destila cosas que no sé
a ritmo regular: un ojo primero y después el otro:
en ellos también la tarde se expande y se contrae.
Cada tanto me quedo sin aire,
y tengo que abrir la boca de golpe
para sorber el aire rancio de mi tristeza.
Es un círculo, así: exhalo e inhalo el dolor que libero. Soy eso: una esponja. Amarilla, ahuecada, porosísima, permeable. Me exprimo para vaciarme y vuelvo a chupar mi agua salada.
Grito en silencio que es siempre la forma más ridícula de gritar
y también la única.
Acá, acá: hago el gesto excesivo de volver el destino en mi contra.
Todo se puebla de voces:
Unas imágenes se agolpan en mi cabeza y busco con qué reemplazarlas. Me voy pero llego otra vez y en el medio del murmullo: un vacío que sé identificar.  
Le pido al mundo lo imposible y se vuelve didáctico conmigo: me susurra hacia dónde volver los ojos. En mi desesperación, miope y llena de agua la visión, me choco con los artefactos del pasado y maldigo lo inmenso de este cuerpo.
Limitada y corva, vuelvo los ojos sobre ese  vacío que habla: una voz muda. Delimito el espacio que se abre frente a mí y reconstruyo en él con retacitos de memoria y polvo palabras que ya no escucho.

*

¿Cómo construir sobre un terreno pantanoso? ¿Cómo desmalezar el corazón?






domingo, 23 de marzo de 2014

pedacito de rayuela

Es: un paso para adelante,
abrir las piernas una a cada lado y caer con la cola en el piso.
Soñar una y dos y tres y setenta veces con la realidad: nadie.

Un fragmento de sueño roto y vuelto a soñar. Un sueño usado, deshilachado. ¿El único posible?
Ya vendrán otros más felices y me voy a despertar con un beso y no con una lágrima llorada en el otro mundo.

Hace tiempo que no vengo por acá. El cielo está en algún lugar cerca. Es allí a donde voy.

"De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegis la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."

Julio Cortázar en Rayuela.

No sé si estoy muy de acuerdo en sí con lo que dice el protagonista, pero se me quedó el fragmento y lo quería poner en algún lado, porque después me iba a dar incomodidad pensar en él y no acertar al capítulo, que por cierto es el 93. No sé tampoco si es necesario estar de acuerdo o no con las cosas pero no importa.

♥♥♥